miércoles, 4 de marzo de 2015

Volviendo a casa

Y sucedió.
El fin de semana siguiente recibí su llamada. Me sentí como nunca antes.
Estaba, por primera vez, emocionada por hacer algo.
Pero había un problema, mis padres. No podía contarles, no iba a permitir que me privaran de más cosas, así que hice lo que tenía que hacer. Tomé la bicicleta vieja, la lleve a mi habitación y salí por la ventana. Con toda la velocidad que pude, pedaleé hasta llegar a la ruta, y  a partir de allí, me dirigí al campo.
Fue extraño pero sabía exactamente el camino. 
Llegué.
Bajé lentamente de la bici. 
Me quedé de pie mirando hacia mi antiguo hogar.
No pude evitar llorar. El recuerdo y la añoranza eran muy fuertes. Sin embargo, decidí no acercarme más.
La casa estaba abandonada, nadie la habitaba.
Creí que seria mejor ir por Peter.
Me quedé un rato contemplando el paisaje y caminé lentamente hacia su casa, con mucha emoción. Toqué la puerta, él me atendió.
Salimos corriendo hacia la pradera donde solía correr con Emily.
Nos sentamos, me invitó a sentarme en sus piernas, y con gran timidez y latidos fuertes en mi corazón accedí. Estuvimos charlando toda esa tarde.
Por primera vez realmente podía descargarme con alguien, hablar de cosas importantes para mi sin ningún tipo de vergüenza.
De pronto, se levantó y me dijo:
- Disculpa si la pregunta es molesta pero ¿vos querrías ir a ver tu casa? Ya que era lo que tanto extrañabas.
Titubée unos segundos y finalmente dije:
- Sí,creo que me gustaría, sólo por curiosidad.
Caminamos hacia la casa. La puerta de madera de pronto me pareció muy familiar. Sin embargo, como estaba totalmente cerrada, tuvimos que terminar de romper una ventana para poder entrar.
Por dentro, era tal como en las antiguas fotos que encontré escondidas en un álbum de mamá, y las pocas memorias que yo tenía.
Todo estaba viejo y sucio, era esperable. Subimos por una escalera hacia el que era el cuarto mío y de Emily. Me senté sobre el piso lleno de polvo, tratando de imaginar la existencia de los antiguos muebles y juguetes allí.
De pronto, una lágrima corrió por mi mejilla. Peter se sentó conmigo y nos abrazamos.Estuvimos así un buen rato.
Luego de ese cálido gesto, nos fuimos afuera.
Me sentí extraña, era como si estuviera completa, como si toda mi vida hubiera necesitado ir ahí. Y al mismo tiempo, como si estuviera a la deriva.
Pero por fin, después de tantos años, me olvidé de todo lo que me atormentaba, y me concentre en el presente. 
Estaba con Peter, un chico que era más probable no haber encontrado nunca y, sin embargo, lo había encontrado, o más bien, el me encontró a mi.
Estaba en el campo, el lugar que más bien me hacía.
Estaba en mi verdadera casa, que aunque estuviera rota y sucia, seguía siendo mi hogar. 

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