martes, 24 de septiembre de 2013

Bienvenido a mi vida.

Mi nombre es Alice. 
Mi vida no ha tenido muchas cosas que me hagan bien recordar.

Algunas fueron totalmente tristes, otras en su momento fueron hermosas hasta que la magia se acabó y otras simplemente no tendrían que haber pasado nunca, según mi criterio. Obviamente tuve mis momentos felices, pero podría decir que fueron los menos.

Mi vida ha sido prácticamente como una montaña rusa, sin saber que vuelta me va a tocar pasar. He cometido errores, pero solo soy humana, y los voy a seguir cometiendo por más que no quiera.
Suelo pensar que hay algo en mí definitivamente errado, desviado y torcido, pero creo que no lo cambiaría, porque me hace ser quien soy en realidad, porque si no hubiera vivido todas las cosas que me tocaron vivir ¿quién sería hoy? Y tengo que admitir que esa pregunta me asusta. 


La nube de desgracias comenzó en un verano de mi infancia.


Era de mañana. Yo tenía 6 años, y mi hermana Emily 4. 
Estábamos en el campo, ya nos habíamos alejado de nuestra casa.
Sólo eramos unas niñas, nos estábamos divirtiendo mientras corríamos disfrazadas por los pastos, como si la vida fuera una alegría constante.

Amábamos la naturaleza, nos sentíamos bien ahí, mejor que con cualquier otras niñas. 

Ahí podíamos ser libres, expresarnos a nuestra manera y no tener que andar formales como en la ciudad. 

No éramos muy sociales que digamos, pero entre nosotras dos el mundo parecía de flores y colores.
En pocas palabras, en el campo éramos nosotras mismas.

Nuestros padres nos querían mucho, nos lo demostraban cada día con cosas sencillas, como andar a caballo con nosotras, hacernos la merienda, organizarnos la ropa, fabricarnos juguetes, entre otras cosas. Se podría decir que éramos una especie de "familia perfecta" en esos años de pura inocencia de parte de nosotras. Estábamos más unidos que nunca, lo pasábamos hermoso todos los días, nos reíamos juntos y compartíamos todo.

Nunca hubiéramos pensado que esa felicidad no iba a durar tanto como creíamos porque, de pronto, ese día en el que corríamos por las laderas como si la vida fuera el mejor regalo, todo estaba a punto de cambiar.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario